Corrían los años 80 cuando el mítico grupo Golpes Bajos
cantaba aquello de ‘Malos tiempos para la lírica’. Treinta años después para
mucha gente, para demasiadas personas, lo siguen siendo. Y también son malos tiempos
para los negocios. Para la ilusión.
La situación no anima a emprender. Tampoco a soñar ni a
imaginar. Y eso entristece, desmotiva, frustra. Desilusiona.
Hoy, cuando veo a tantos y tantos amigos y conocidos
luchando a contra corriente; cuando es tanta la frustración personal y
profesional de la gente, hoy mismo me apetece contaros quién soy. Quién es
Carla y esto es lo que ahora corre por mis venas, ocultas bajo mi piel quemada
por los fogones.
Todo lo que soy se lo debo a las personas que han marcado mi
rumbo, todas las que han llenado mi mundo de momentos inolvidables. Y en ese
‘mi mundo’ está mi marido, que como siempre dice ‘quien bien te quiere te hará
llorar’. Es el hombre que ha logrado que en mí germine una hermosa y duradera pasión
hacia las cosas bien hechas. También están mis hijos, dos seres hermosos que
los años y mi salud me han regalado. Mis hermanas, que siempre han estado junto
a mí. Y toda mi gente: María, Bibi, Luci, Juan, Antonio, Miguel Ángel, Laura,
Noe, Casimiro, Pili, Álvaro, Tito, Camilo,…
Todas esas personas que habéis hecho que Carla diese un paso
más hacia delante. Que a pesar del momento actual haga de cada uno de vuestros
momentos un instante inolvidable. Y pensad siempre que el momento está ahí. Sólo
debemos buscar un placer para los sentidos. Debemos ver aquello que queremos,
tocar eso que amamos, oír lo que necesitamos, oler lo que añoramos y saborear lo
que más apreciamos: nuestras raíces.
Fuerza, ánimo y valor. La esperanza, ya sabéis, es lo último
que se pierde.
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